Los Yunes: de opositores a vendidos, el gran circo del PAN

Hablemos claro. Hace unos días, el Senado fue escenario de un verdadero show: gritos, empujones y, lo mejor de todo, una traición que ya quedó para la historia. En medio del desorden, un panista le gritó a Miguel Ángel Yunes Márquez: “se las dio”. Y, para quienes no ubiquen la expresión, básicamente significa que dobló las manitas y traicionó a los suyos.

¿Sorprendente? Para nada. La familia Yunes lleva años protagonizando una tragicomedia en la política mexicana. Miguel Ángel Yunes Linares, el patriarca, arrastra un historial de corrupción, peculado y otras linduras. Sus hijos no se quedan atrás, con investigaciones y hasta presuntas órdenes de extradición en Estados Unidos. Pero, oh sorpresa, nunca pisaron la cárcel. ¿El secreto? Una red de jueces amigos y amparos exprés que los protegieron de la justicia como si fueran especie en peligro de extinción.

Y cuando parecía que ya lo habíamos visto todo, llega el giro inesperado: Miguel Ángel Yunes Márquez, senador por Veracruz, dejó al PAN y se pasó a Morena. Y no cualquier día, no. Justo a tiempo para dar el voto que le faltaba al partido guinda y aprobar la reforma judicial. Qué conveniente, ¿no?

Guadalupe Murguía, coordinadora del PAN en el Senado, exigió explicaciones. Pero, como era de esperarse, Yunes nunca dijo nada. No hacía falta. Las denuncias, las carpetas de investigación, los expedientes… todo se esfumó como por arte de magia. Morena, que antes los señalaba como la escoria de la política, ahora los abrazó con un perdón casi religioso.

El cinismo fue épico: los mismos que insultaban a los Yunes en la calle ahora los recibieron con los brazos abiertos. Y el PAN, una vez más, quedó como el partido de los cobardes, sin liderazgo ni estrategia, viendo cómo le roban a sus senadores en plena cara. La oposición se vino abajo y, aunque cueste creerlo, el único partido que sigue dando pelea es el PRI, que al menos sigue alzando la voz y confrontando al poder.

Así se escribe la historia en México: algunos resisten, otros se venden y otros, como los Yunes, “se las dan”.